ESTHER ROMERO
ALGUNA DE LAS OBRAS DE ESTHER
A Esther Romero, la conocí al poco de nacer a
finales de los sesenta; la vi ser amamantada por su madre, la vi gatear y pronunciar sus primeras palabras y fui testigo de sus primeros pasos en su piso-mansión
del Paseo de Rosales en Madrid y deje de verla y de saber de ella, a partir del
año sesenta y cuatro del pasado siglo, cuando deje Madrid para incorporarme a
mi destino militar en Gerona.
Ella era la última de
los ocho hermanos Romero-Sánchez Rex, de
cuya familia hablo en capítulo 12, “La romántica”, de mi libro autobiográfico
HISTORIA DE YO. Los que han leído el libro conoce algo de lo que fue el apoyo
moral, sentimental, humano y en cierta medida económico, que me prestó su
familia y el aprecio mutuo que nos
teníamos y como en su casa era recibido con todos los condicionantes de la
vieja amistad que venía de nuestras familias y de varias generaciones de
nuestro ancestros en Molina de Segura, pueblo de donde procedíamos; amistad que
por parte de los hermanos mayores que Esther y por la mía, venía desde la
niñez, en especial con la mayor de las
hermanas, Antoñita, que éramos casi de la misma edad, jugábamos juntos y
seguimos siendo amigos hasta el dia de hoy, en unas circunstancias que, por
tristes para ella y en parte para casi toda su
familia, no voy a narrar.
Pasó el tiempo y cada uno siguió la ruta en
la vida que le deparó la suerte o el azar que rige la existencia. Cincuenta
años después de dejar de vernos, y por
mi parte de no saber nada de aquella preciosa niña de ojos azules a la que
me gustaba hacerla reír con carantoñas y monadas, y a ella jugar a ponerse
sobre su cabecita la gorra de mi uniforme, nos volvimos a encontrar navegando
por Facebook del que ambos somos usuarios interactivos.
Aunque personalmente no hemos contactado por
residir ella en Murcia y yo en San Vicente del Raspeig, a partir de ese encuentro
virtual reanudamos nuestra pasada amistad aunque en condiciones bastante distinta de las
que tuvimos en Madrid hace tantos años, como para que físicamente no nos
conozcamos, pues ella no recordará nada
de aquello, y yo, aunque sigue teniendo sus hermosos ojos azules que si
recuerdo, tampoco se, excepto por la fotos, como es ahora la preciosa niña
Esther convertida en esposa y madre.
Tras ese encuentro virtual supimos el uno del
otro y de nuestras respectivas familias. Ella sabía más de mí que yo de ella,
pero empecé a saber de sus aficiones y me alegró sobremanera saber que era aficionada
a la pintura al igual que yo, a partir de que comenzara a ver algunas de sus
obras en Facebook. Me asombro gratamente la originalidad de sus retratos, la mayoría
de ellos de figuras femeninas de rasgos extremadamente exagerados; grandes
ojos, tan expresivos como para que hablaran de la personalidad y del
significado gestual de la retratada;
cuerpos un tanto distorsionados y de una
gracia angelical por su dulzura. Como siempre me ocurre por deformación
profesional de comentarista de arte en general, trate de conocer los
antecedentes de su pintura y tengo que decir que no logre descubrir las influencias estilísticas que todos tenemos
como eslabones de la cadena que viene desde la pintura rupestre. Creo que nadie sale de la nada en arte y que todos
estamos influidos por anteriores eslabones, pero cuando el artista tiene
personalidad, la transforma en estilo y ese es el caso, a mí entender, de la
pintura de Esther Romero. En las primeras obras creí ver a la cabezona Betty Boop de las películas de
dibujos animados de los años treinta, pero aquel rostro tan popular, era un
simple dibujo coloreado y nada tenía que ver con los retratos de Esther. Después
ha ido colgando nuevas obras y de una a otra veo un avance en profundidad de la
técnica del estilo y de los temas que trata. Sigue deformado la realidad de la
figura hasta límites inverosímiles de indudable atractivo pictórico, como esos
cuerpos alargados y estilizados que nos recuerdan a las esculturas de
Giacometti, pero llevados a un extremo aún más manierista y sintético que
entronca con un cierto minimalismo moderno y disparatado, pero de gran efecto estético
que tengo que decir que me gusta sobremanera y creo que son muy originales.
Tras escribir lo que antecede, le pedí a
Esther que me contara de donde sale y a donde va en pintura, y como quiera que
me lo haya contado mejor que los pudiera hacer yo, y, por supuesto, sabiendo de
sí misma más que yo, reproduzco literalmente su escrito:
“Desde que me
reconozco he tenido aficiones
relacionadas con todas las artes, si bien desde pequeña me oriente
principalmente a pintar, y todo esto con muy pocos años.
Posteriormente,
fue la guitarra y el piano, lo que más me ilusionaba, dejando entonces de lado,
las otras aficiones y especialmente la pintura, si bien en esa época y durante
dos años, sobre los 16 , estuve en la Escuela de Artes y Oficios
de Murcia, aprendiendo diversas técnicas de manualidades, y entre otras la
pintura al óleo.
Cuando pude
ser un poco más “libre” de mis obligaciones familiares, me oriente a retomar
nuevamente la pintura al óleo, que era lo que más me llenaba.
Estuve
inicialmente en una academia perfeccionando la técnica, y la verdad es que me sentía
muy cómoda con ella, e incluso llegue a realizar una exposición, con la suerte
de vender todas las obras que expuse.
Con
posterioridad, y gracias a mi amistad con un pintor de Murcia , Severo Almansa,
estuve dando clases durante dos años,
con el objetivo de perfeccionar aún más la técnica y mejorar la de
dibujo, pero fue el quien me enseño, la Acuarela , y ya desde entonces, aun siendo más
complicada, descubrí que era realmente mi pasión, comenzando con cuadros más
sencillos, hasta que fui deformando la realidad, para comenzar a pintar Muñecas
Cabezonas , agrandándole los ojos y la cabeza, mezclando la acuarela, con tinta
de rotuladores, y todo ello con la imaginación volando.
También
volví a realizar una nueva exposición, ya con algunas de las modificaciones de
estilo, teniendo, para mí, un nuevo éxito en la misma.
La verdad es
que desde hace unos años, puedo dedicar gran parte de mi tiempo a esta pasión,
hago distintas pruebas diariamente, que culminan en la modificación de mis
imágenes de forma constante.
Inicialmente
no tengo predefinido cómo Será el cuadro finalmente, se va creando conforme lo
desarrollo, consiguiendo un estilo en las últimas obras, de las que estoy muy
orgullosa, pues creo que son un estilo diferente y que podría considerar como,
humildemente Mío.”
Después de sus palabras, solo me queda decir “amen”
y señalar que, pese a su no profesionalidad, Esther Romero Sánchez-Rex, es una artista
de amplios recursos estilísticos propios y por tanto, una artista a tener en
cuenta para lo cual me satisface incluirla en mi blog http://carlosbermejopintormarinistas.blogspot.com.es/,
en mi muro de Facebook y darle la publicidad que se merece.
Carlos
Bermejo
San Vicente
del Raspeig, 26 de octubre de 2015